Son varias las personas que me han hablado de la técnica terapéutica de las constelaciones familiares. En pocas palabras, se trata de una técnica de psicodrama en la que diferentes personas que normalmente no se conocen entre si interpretan/ reproducen el sistema familiar de la persona a la que se constela con la intención de que descubra cuáles son los problemas de ese sistema familiar y pueda trabajar sobre ellos.
La técnica, propuesta por Hellinger, se fundamenta en que la persona al ver representada su familia en forma de obra de teatro descubrirá muchas cuestiones que de otra manera permanecerían ocultas a su discernimiento.
Pues bien, este fin de semana he decidido probarlo. Me generaba una triple curiosidad. Primero como ser humano, quería saber si podría hacer algún descubrimiento interesante sobre mi sistema familiar que desconociera. En segundo lugar me interesaba como coach, donde a veces empleo técnicas de carácter similar en las organizaciones con las que trabajo. Y tercero, como periodista y como portador de esa curiosidad casi mal sana que me lleva a meter la cabeza en tantos libros, cursos, personas y situaciones.
Pues bien, aunque decidí no finalizar el taller, creo que me hice una idea lo suficientemente clara como para poder decir que mi parte personal se ha ido con deberes para los próximos días [¡que bien!], que mi parte coach se ha llevado alguna idea para implementar en próximas sesiones de coaching y que mi parte periodistica se ha ido satisfecha [aunque ésta, la verdad, con tal de saciar su afán por saber, termina normalmente feliz].
Dos ideas rescato para Pensamiento Positivo:
La primera es que los sistemas familiares son tremendamente determinantes de nuestras actitudes, virtudes, deficiencias y fortalezas y que es necesario tomar conciencia de ello.
La segunda es que para que un sistema familiar funcione felizmente, las personas que llegaron antes al mundo tienen que dar apoyo a las que vinieron después. Si esto se altera o ese apoyo se niega, antes o después aparecen las dificultades. Y creo que esta idea, para mi muy valiosa, me sirve también para las organizaciones no familiares.
Sergio Fernández
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