miércoles, 15 de julio de 2009

189 | ¿El segundo mejor momento?

Esta mañana, en el transcurso de una entrevista que me hacía una periodista sobre Vivir sin jefe para una revista económica, me preguntaba si el momento que vivimos es un buen momento para emprender, para ponerse a trabajar por cuenta propia.

Yo contestaba que es el mejor momento, sin duda, por dos razones:

Primero porque este momento es el único que tenemos. Ya, ya sé que es una obviedad pero es que nadie nos garantiza que vayamos a estar leyendo o escribiendo este blog dentro de un año. Así que si quieres hacer algo, el mejor momento es AHORA. Y esto que es obvio no creas que todo el mundo lo tiene tan claro.

Además le comentaba que es el mejor momento porque el que consiga lanzar un proyecto empresarial en este momento de crisis, lo tendrá mucho más fácil dentro de un tiempo, cuando el espejismo colectivo vuelva a reinar, cuando nadie se acuerde de la crisis y cuando vivir por encima de tus posibilidades vuelva a estar bien visto y la gente se lance desaforada a comprar los BMWs de tres en tres.

Y a tenor de esto, esta periodista me ha comentado una frase que me ha encantado y que en el fondo es lo único que te iba a contar hoy... Al parecer hay una frase de origen africano [que raro que no sea chino] que dice:

El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora.

El segundo mejor momento es ahora. ¡Que bueno!

Sergio Fernández

1 comentarios:

Cristina dijo...

LAS FANTASÍAS DE UNA ABEJA

Era una abeja llena de alegría y vitalidad. En cierta ocasión, volando de flor en flor y embriagada por el néctar, se fue alejando imprudentemente de su colmena más de lo aconsejable, y cuando se dio cuenta ya se había hecho de noche. Justo cuando el sol se estaba ocultando, se hallaba ella deleitándose con el dulce néctar de un loto. Al hacerse la oscuridad, el loto se plegó sobre sí mismo y se cerró, quedando la abeja atrapada en su interior. Despreocupada, ésta dijo para sí: “No importa. Pasaré aquí toda la noche y no dejaré de libar este néctar maravilloso. Mañana, en cuanto amanezca, iré en busca de mis familiares y amigos para que vengan también a probar este manjar tan agradable. Seguro que les va a hacer muy felices”.
La noche cayó por completo. Un enorme elefante hambriento pasó por el paraje e iba engullendo todo aquello que se hallaba a su paso. La abeja, ignorante de todo lo que sucediera en el exterior y cómodamente alojada en el interior del loto, seguía libando.
Entonces se dijo: “!Qué néctar tan fantástico, tan dulce, tan delicioso!
¡Esto es maravilloso! No sólo traeré aquí a todos mis familiares, amigos y vecinos para que lo prueben, sino que me dedicaré a fabricar miel y podré venderla y obtener mucho dinero a cambio de ella y adquirir todas las cosas que me gustan en el mundo”. Súbitamente, tembló el suelo a su lado. El elefante engulló el loto y la abeja apenas tuvo tiempo de pensar: “Éste es mi fin. Me muero”.

Calle, Ramiro. "El libro de la felicidad"