lunes, 9 de febrero de 2009

108 | Que 20 años no es nada

Este fin de semana he quedado con la casi práctica totalidad de mis compañeros del colegio, con muchos de los cuales llevaba sin encontrarme desde hace 17 años.

Me hizo mucha ilusión este encuentro, del cual puedo destacar varias cuestiones. La primera es que la asistencia al evento que celebramos en Madrid fue casi plenaria, lo que demostró el interés de los implicados por reencontrarse. También la buena voluntad de todos mis excompañeros para hacer que la energía del encuentro fuera la mejor en todo momento.

Así que de todo el fin de semana, en que también he disfrutado de una rica vida social y cultural [y de todo lo visto destaco la película Revolutionary Road, de Sam Mendes, a pesar de que tuve que verla doblada], me quedo sin embargo con las ganas y también la necesidad que tenemos los seres humanos de reencontrarnos con ese paraiso perdido que en muchas ocasiones es la infancia, con la necesidad que tenemos como humanos de volver a ver a los que en algún momento formaron parte de nuestra vida...

Me parece interesante que tantas personas coincidan en querar verse después de tanto tiempo. También que todo el mundo tuviera buenos recuerdos del cole [incluido yo] pero que nadie mencionara en toda la noche, ni yo, dicho sea de paso, ningún recuerdo no tan bueno, ya no digo sobre miembros de la clase sino sobre profesores o sobre el propio colegio... Y esto, de lo que no me di cuenta en el momento, me ha dejado pensativo.

En defintiva, que además de estar profudamente contento de haber vuelto a ver a mi clase del colegio, no dejo de preguntarme sobre lo curiosos que son los mecanismos de la memoria. Deber llevar razón Eduardo Punset cuando decía algo así como que nuestro cerebro no está preparado para recordar tanto como para hacernos sobrevivir y que esto puede suponer en algunos casos tener que olvidar ciertas informaciones.

Y hoy para acabar, comparto con Gardel esto que decía de...

...Sentir
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada...

Sergio Fernández

6 comentarios:

Cristina dijo...

Hace aproximadamente un año, me encontré en el metro con un compañero del colegio.
Eran las 7 de la mañana. Entre el sueño que yo tenía y lo cambiado que él estaba no le había reconocido, pero él si que me reconoció y se acerco con una sonrisa.
Estuvimos charlando un rato no muy largo, a esas horas ya se sabe, todos vamos con prisa.
El caso es que cuando me quedé sola en el vagón empecé a pensar que cuando ibamos juntos al cole nos habíamos llevado bastante mal. De hecho, siempre se metía conmigo.
En ese momento me sorprendió que se hubiera acercado tan contento a saludarme, por otro lado pensé en cómo habría reaccionado yo, si mientras estabamos hablando me hubiera acordado de que nos llevabamos mal ¿le habría dicho algo?
Supongo que el olvido es un mecanismo de defensa.
Pero esto, además, me hace pensar en una frase que nos regalaste el 16 de octubre en tu Pensamiento Positivo Nada cambia "Nada ha cambiado, pero como yo he cambiado, todo ha cambiado"

José Ricardo Fernández dijo...

La memoria puede ser una amiga o una enemiga.

Hay ciertos años que parecen haber transcurrido en un silencio amable, y otros, más cercanos, parecen un infierno.

Cuanto más lejos esté el recuerdo, mejores sensaciones.

La mente se defiende, imitando al cuerpo.

Anónimo dijo...

Muy bueno! Gracias

Anónimo dijo...

He de reconocer que los recuerdos que tengo de mi infancia son casi todos positivos quizá es por eso que cuando te vas haciendo mayor todo parece no tan bueno y no lo recuerdas con tanta nitidez, quizá es mejor borrar, seleccionar.
Hoy por hoy caigo en la conclusión que sigo siendo aquella niña que nacio en 1978 que recuerda con todo el cariño del mundo a aquellas personas que compartieron sus primeros años de formación y que no dejaré de agradecer a todos y cada uno de esos cuarenta compañeros todo lo que me enseñaron y el cariño que dejaron grabado en mi corazón con sus nombres. Gracias compañeros.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que si tenemos recuerdos positivos de nuestra infancia es porque fué básicamente buena. No creo que la memoria (al menos, no la mía) deforme tanto la realidad como para recordar como bueno lo malo. Si tenemos la suerte de recordar con cariño y buenos sentimentos esos años, es porque fueron principalmente buenos, todos tenemos malos recuerdos de nuestro colegio, eso es evidente, es hasta estadísticamente imposible estar 10 años en un sitio y no tener algunos malos recuerdos por lo menos, pero lo que importa es que esos malos recuerdos, sean los pocos, y los buenos, los muchos. Más bien compararía yo a la memoria como una balanza que pesa esos recuerdos, y en mi caso al menos, tengo la suerte de que se inclina abruptamente a favor de los buenos. Gracias compañeros.

Anónimo dijo...

Simplemente porque me parece un absurdo el rencor, y a veces incluso la vida misma, no merece la pena hacer eternos los malos momentos que hemos podido vivir hace 17 años. Yo recuerdo muchas cosas negativas de mi infancia, tengo recuerdos de cómo viví ciertas situaciones de angustia y tristeza. Pero claro, por aquel entonces tenía otra perspectiva de la vida. Recuerdo tremendos berrinches cuando me separaba de mi madre en la puerta de la guardería, en el colegio... Berriches que a la fuerza una tuvo que ir controlando aparentemente y que al final se fueron somatizando con dolores de tripa, falta de concentración, inquietud, etc.
En mi vida actual, siguen existiendo momentos de "incertidumbre", como los que viví de pequeña. A veces vuelven esos dolores de estómago, palpitaciones, sudoración, falta de concentración, ansiedad... Afortunadamente tengo buena memoria y recuerdo muchas cosas. Me proporciona alegria acordarme de esos traumas que poco a poco fui superando pues me permiten enfrentarme e ir aceptando la lucha continua de la vida. Del mismo modo me permiten aceptarme como soy y estar orgullosa de ser una persona sensible. Por supuesto, ahora me preocupo de otras cosas... Lo malo sería que dejara de hacerlo, que ya no nos asombráramos ni sintieramos nada por nada ni por nadie.

Abrazos para esos 40 compañeros.