Dicen que hagas lo que hagas te recordarán por una anécdota. Y en ocasiones es verdad.
La cuestión es que regresé ayer de Sarajevo -de hecho escribí este post desde el avión- donde gracias a la confianza que ha depositado en mi la asociación Aprodel de agentes de desarrollo local, he tenido la oportunidad de ofrecer algunas herramientas de comunicación a alcaldes de Bosnia- Herzegovina , además de pasar unos días fantásticos y, sobre todo, diferentes.
Para mi, la anécdota, lo que recordaba de Sarajevo era la Biblioteca ardiendo.
Ahora, sin embargo, lo que recordaré como imagen son las fachadas con el eco de los balazos del pasado aún presente. Más aún, la normalidad con la que se convive en una ciudad en la que muchas de las paredes de sus edificios tienen aún restos de balazos de francotiradores o de metralla.
Esto me recuerda al ejemplo que pone Al Gore en su película Una verdad incómoda, en la que explica que si introducimos una rana en agua caliente, da un salto y se escapa. Pero si la introducimos en agua a temperatura ambiente y procedemos a calentarla lentamente permanece en el agua hasta morir hervida.
Pues eso es lo que me ha pasado a mi. He visto las fachadas con balas y he dado un salto. Supongo que ellos están más acostumbrados.
Esto en cuanto a anécdotas. Y en cuanto a preguntas, me vengo con una pregunta en la cabeza... ¿Qué le tiene que pasar a un pueblo para que se le crucen los cables de tal manera que prefieran la exterminación ajena a vivir junto a ellos por muy antipáticos que les parezcan?
Supongo que la pregunta no tiene respuesta pero no deja de rondarme por la cabeza estos días.
Y además, me la aplico a mi mismo y me digo ¿Se me han cruzado a mi los cables de tal manera alguna vez? ¿Y a ti?
Sergio Fernández
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